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Dos poemas de Fabio Morábito


Llegué a Fabio Morábito a través de su libro El idioma materno. Había estado buscando Grieta de fatiga, pero no lo encontré (recién lo adquirí y ahora lo estoy leyendo), así que me hice de aquel otro libro y de Caja de herramientas. Amor absoluto a primera vista. Y hoy tengo en mis manos Un náufrago jamás se seca, que reúne sus cuatro poemarios hasta la fecha, y quiero aprovechar para compartir con ustedes dos poemas.





Mudanza

A fuerza de mudarme
he aprendido a no pegar
los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar sólo lo justo.
He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula,
que dejo en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza
se disuelva como una fiebre,
como una costra que se cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los viejos inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo de ellos
en un rincón
o un estropicio
que no supimos resolver. (pp. 58-59)



Sin oficio

Yo que no tengo oficio
excepto traducir,
que más que oficio es una astucia,
miro a los albañiles
que en lo bajo
conocen todo o casi todo
del cemento;
trabajan duro,
mezclándose con orden
a la luz del día.
Levantan de la nada
una materia audible,
ven cómo el simple lodo
se transforma
para imprimirse en él
la voluntad común.
Conforme el edificio crece,
suben de altura,
pisan su propia obra,
no tienen dudas
saben que el mundo existe.
y que cada piso cuesta
y cada metro exige
un sacrificio.
Lo saben sin pensarlo,
con cada músculo que tienen,
por eso vueven a sus casas
tan livianos,
sin pesadumbre,
y mientras unos fuman,
los otros no desvían los ojos
de la acera,
están cansados,
dejaron todo en los ladrillos,
que se enfrían. (pp. 62-63)


                       Del libro Del lunes todo el año, en Un náufrago jamás se seca,
Buenos Aires: Ediciones Gog y Magog, 2011, 166 pp.




Fabio Morábito (Alejandría, 1955). Escritor de origen egipcio, hijo de padres italianos, vivió su infancia en Milán. Desde los 15 años vive en México y toda su obra la ha escrito en español. Es autor de los poemarios Lotes baldíos (Premio Carlos Pellicer, 1985), De lunes todo el año (Premio Aguascalientes, 1991), Alguien de lava (2002), La ola que regresa (reúne los tres volúmenes precedentes, 2006), Delante de un prado una vaca (2011) y Un náufrago jamás se seca (reúne toda su poesía, 2011); los volúmenes de relatos La lenta furia (1989), La vida ordenada (2000) y Grieta de fatiga (Premio Antonin Artaud, 2006); los libros de prosas varias Caja de herramientas (1989), También Berlín se olvida (2004) y El idioma materno (2014); la novela Emilio, los chistes y la muerte (2009), el ensayo Los pastores sin ovejas (1995) y el relato infantil Cuando las panteras no eran negras (Premio White Raven, 1997). Ha traducido, entre otros, la obra completa de Eugenio Montale, y a la vez, parte de su obra ha sido traducida al alemán, al inglés, al francés, al portugués y al italiano.



Comentarios

Nos hemos percatado de una errata, por si tiene a bien corregirla. No es "pian su propia obra", sino piSan su propia...

Un cordial saludo.
Gustavo Solórzano-Alfaro ha dicho que…
Bienvenida a esta casa. Muchas gracias por señalar la errata. Ya la he corregido.

Saludos
Laura ha dicho que…
Lindos poemas! Gracias por compartir

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