Ir al contenido principal

Tres episodios de la infancia



Fotografía de Esteban Chinchilla



Infancia

Allí transcurre la larga angustia de la escuela
y el tiempo de espera con objetos indistintos.
Oh soledad, oh pesadumbre de pasar el tiempo...
Y al salir: bullen y suenan las calles,
y en las plazas se elevan surtidores,
y en los parques cobra amplitud el mundo.
E ir por todo eso en traje infantil,
muy distinto de los que van o fueron:
Oh edad singular, oh pasatiempo,
oh soledad.

Y contemplar de lejos todo eso:
hombres y mujeres; hombres y mujeres
y niños, que son otros y vistosos;
y allá una casa, y a ratos un perro,
y un susto mudo, qué sueño, qué espanto,
oh qué hondura sin fondo.

Y así jugar: pelota y arco y aro
en un jardín, que suave palidece,
y a veces, por tocar a los mayores,
ciego y loco jugando al escondite,
pero quieto al anochecer, y volver a casa
pasito a paso, tieso y cogido de la mano:
Oh qué comprender siempre más y más huidizo,
oh qué angustia, qué peso.

Y arrodillarse muchas horas junto al estanque
grande y gris con el barquito de vela;
olvidándolo, porque otros iguales,
de velas más lindas, circulaban por delante,
y tener que pensar en la carita
pálida que parecía hundirse en el estanque:
Oh la infancia, oh comparación inaprensible.
¿Adónde fue, adónde?

Rainer Maria Rilke
(Traducción de Jaime Ferrero Alemparte)



Leer sólo libros infantiles...

Leer sólo libros infantiles,
Acariciar sólo pensamientos incautos,
Disipar todo lo que huela a solemne,
Sublevarse contra la honda tristeza.

Yo estoy mortalmente cansado de la vida,
No admito nada de ella,
Pero aún así amo esta pobre tierra
Porque no conozco otra.

De niño, en un jardín remoto, solía mecerme
Sobre un columpio de madera sencilla,
Y recuerdo los altos y oscuros abetos
En medio del delirio brumoso.

Ósip Mandelstam
(Traducción de Jorge Bustamente García)



La citroneta azul

En una citroneta azul
haciendo sonar el claxon de la luna
voy de regreso al pueblo donde mis amigos
salen cada noche a esperar los ovnis.

Sueñan en el cielo las estrellas
y las fugaces sombras de las niñas muertas
elevan en los prados sus cometas
con recados para los platillos voladores.

Todo esto se podría decir de otra manera
si allá tras las cortinas del espacio
existiera el silabario, el colibrí, la esfera
del vagabundo aerolito de los pájaros.

Yo no espero otra luz que la tristeza
de quien regresa a una escuela abandonada
donde aletean todavía en la pizarra
las mariposas blancas de la melancolía.


Juan Carlos Mestre




Comentarios

Katmarce ha dicho que…
Hola Gustavo: bonita selección!!, justo uno de mis temas favoritos.
Saludos,
Katmarce--
submarinopimienta.blogspot.com
Gustavo Solórzano-Alfaro ha dicho que…
Hola. Es un tema recurrente, en mis lecturas y en mis textos. La foto es de mi próximo libro. El poema de Rilke es uno de los que aparece como epígrafe, y Mestre escribe una de las presentaciones.

Saludos y gracias por la visita

Entradas populares de este blog

Paisaje de la multitud que vomita

¿Algún conocido? Poeta en Nueva York , escrito entre 1929 y 1930, durante la estancia de Lorca en la ciudad que da título al poemario, y publicado por primera vez en 1940, es uno de esos libros imprescindibles. Cuando lo descubrí, junto con algunos amigos, fue como si hubiese descubierto el santo grial de la poesía. El libro fue leído, releído, imitado burdamente, vuelto a leer, estudiado y analizado. Ha pasado mucho tiempo desde esos regodeos adolescentes, pero sigue siendo para mí una obra fundamental, reveladora, única; de una fuerza avasalladora, de una creatividad desatada. Más allá del surrealismo, más allá del estilo lorquiano, representa para mí mucho de lo que considero es, o debe ser, la poesía. Cada vez que iniciaba un curso con estudiantes de secundaria, les leía “Paisaje de la multitud que vomita”. ¿Qué mejor forma de decirles: “Señores y señoras, la poesía no es lo que ustedes imaginaban”? El solo título, y la mujer gorda en la primera imagen, bastaban para que abri

Dos poemas de Rafael Rubio

El arte de la elegía     Todo consiste en llegar al justo término y después, dar a luz la voz: dejar que se complete la muerte. Nadie va a lamentar una metáfora imprecisa ni un epíteto infeliz, cuando la muerte está viva en el poema.                                     Todo estriba en simular que nos duele la muerte. Sólo eso: hacer creer que nos aterra morir o ver la muerte. Imprescindible elegir una víctima que haga las veces de un destinatario: el padre o el abuelo o el que fuere, con tal que su muerte haya sido lo bastante ejemplarizadora como para justificar una ira sin nombre. Impostarás la voz hasta que se confunda con el ciego bramido de una bestia. Así infundirás piedad en tu lector. Recomendable el terceto pareado si se quiere seguir la tradición del abandono, leerás la elegía de Hernández a Ramón Sijé o la que en don Francisco de Quevedo, maestro en el arte de la infamia versificada inmortalizara a fulano de tal.                                              Debe ser

Novela III: Bar Roma, de Marco Retana

(Marco Retana, Bar Roma , San José: EUNED, 2008, 168 pp.) Palimpsesto urbano Un acercamiento a la novela Bar Roma de Marco Retana ...los temas recurrentes son la pobreza, el fracaso, la vida que no resuelve nada, la nostalgia, el transcurrir monótono de la existencia, las ilusiones perdidas, lo que no cambió jamás, lo nunca vivido, las briznas de la experiencia, los lugares que –como lo hombres que los poblaron– se deshacen. Myriam Bustos Arratia* Preludio Marco Retana fue un autor bastante austero, si es que esto se puede decir en literatura, pues en vida solamente publicó tres libros; y más aún, los publicó entre los 35 y los 44 años de edad. En los años siguientes no se publicaría ningún otro trabajo suyo. En 1997, Myriam Bustos hacía hincapié en este “silencio” como un posible período de gestación de una novela. Vaticinio o no, once años después se cumple. Retana dejó inéditos dos libros de poesía y una novela. Uno de los poemarios ya ha sido publicado y ahora tenemos la oportuni