Dedicado a Anónimo
Inventarios terrestres
A Antonio Enrique
Hay delgadísimos sonidos
entre las cosas y sus muertes,
como un violín sonando
mientras se hunde en un agua interminable.
Hay casas en donde las ventanas arden siempre
y la noche no puede abandonarlas.
Hay tu rostro y mi mano
y la incierta pasión de reunirlos.
Hay un plancton solar
en los cuerpos amantes
que el mar no ha conocido ni comprende.
Hay músicas en mí
que nunca podré darte.
Hay la desolación y el rostro que la aguarda.
Hay pájaros ardiendo desbandados
desde el canto hasta la muerte.
Hay posesiones últimas,
pulpas lunares, ríos
que irrumpen verticales a las horas.
Hay lejanías, ellas todo lo envuelven
en su vasta memoria deletérea.
Hay bosques esperando,
como una explosión inaplazable
debajo de las calles por su aire.
Hay objetos mortales, espejos agresivos
alrededor del hombre que no duerme.
Hay flores y su fulgurante devoción.
Hay el polvo y su rostro de tempestad.
Riadas que se sumergen en las mareas del viento.
Advertencias perdidas. Llaves mue…
Inventarios terrestres
A Antonio Enrique
Hay delgadísimos sonidos
entre las cosas y sus muertes,
como un violín sonando
mientras se hunde en un agua interminable.
Hay casas en donde las ventanas arden siempre
y la noche no puede abandonarlas.
Hay tu rostro y mi mano
y la incierta pasión de reunirlos.
Hay un plancton solar
en los cuerpos amantes
que el mar no ha conocido ni comprende.
Hay músicas en mí
que nunca podré darte.
Hay la desolación y el rostro que la aguarda.
Hay pájaros ardiendo desbandados
desde el canto hasta la muerte.
Hay posesiones últimas,
pulpas lunares, ríos
que irrumpen verticales a las horas.
Hay lejanías, ellas todo lo envuelven
en su vasta memoria deletérea.
Hay bosques esperando,
como una explosión inaplazable
debajo de las calles por su aire.
Hay objetos mortales, espejos agresivos
alrededor del hombre que no duerme.
Hay flores y su fulgurante devoción.
Hay el polvo y su rostro de tempestad.
Riadas que se sumergen en las mareas del viento.
Advertencias perdidas. Llaves mue…